La semana pasada conmovió al país la noticia de que a un vecino de Neuquén hubo que amputarle un brazo luego de la brutal agresión que sufrió de parte de su perro rottweiler. Días después, en Tucumán, un hombre murió a causa de las heridas que le causó un Braco alemán cuando entró a robar a un galpón ¿Se trata de comportamientos típicos de las razas grandes o es una cuestión de crianza? Una especialista de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) explicó las causas de esos episodios y brindó recomendaciones para evitarlos.

 

“La agresiones de perros hacia sus propios dueños no son algo normal. Si bien muchas razas grandes están seleccionadas genéticamente para guardia y ataque, no deberían agredir a sus dueños. Hay dos tipos de carácter en los animales: los dominantes, llamados perros alfa, y los más sumisos. Es probable que los perros que atacaron en los últimos días hayan sido del primer grupo”, indicó Sandra Pepino, docente e integrante del Área de Pequeños Animales del Hospital de Salud Animal de la Facultad de Ciencias Veterinarias (FCV) de la UNL

 

Según agregó la especialista, si el carácter del dueño no es más dominante que el del perro, pueden suceder las situaciones de agresiones, porque es el perro el que domina al dueño. “Hay razas más predispuestas que otras hacia la dominación, como el rottweiler, el dogo o el ovejero alemán. Sin embargo, todas las razas pueden llegar a atacar al dueño, pero la diferencia es el tamaño del animal, ya que las grandes y pesadas tienen más fuerza que una persona. Una raza pequeña puede morder, pero no pasa de una lesión leve”, continuó.

 

Raza y crianza

 

Según Pepino, las agresiones de las razas más grandes se podrían evitar con la buena educación. “La raza está predispuesta y seleccionada para atacar, pero también influye la mala crianza, donde el perro termina dominando al dueño”.

 

En este sentido, brindó una serie de recomendaciones a la hora de pensar en tener un animal grande. “Quien aspire a tenerlos debe estar bien consciente y tener un carácter especial, porque no cualquiera puede ser dueño de este tipo de mascotas. En segundo lugar, no debe humanizarlo, porque mucha gente lo lleva a dormir a la cama, lo deja subir al sillón, permite que esté a su lado mientas come la familia o que ponga las patas en la mesa para pedir comida. Son situaciones que no deben permitir. El perro debe tener su lugar en la casa porque si de a poco se introducen en la vida cotidiana, terminan ocupando nuestro lugar y superando nuestro carácter y control. Se trata de poner límites. También es importante asesorarse sobre las características de la raza que se adoptará”, comentó.

 

Pepino agregó que esos límites se deben imponer en la etapa de cachorros, hasta los tres meses de edad. “Es un lapso en el que los animales no temen a nada y el momento justo para enseñarles a tener los límites que corresponden y no humanizarlos, porque el perro es perro y no un hijo más”, aseveró.

 

El caso de Neuquén

 

A la vez, la veterinaria opinó sobre el caso del rottweiler que le mordió el brazo al vecino de Neuquén: “Probablemente el perro desconoció a su dueño, porque el episodio se produjo durante la noche y había poca luz. Cabe destacar que una perra que también había allí se quedó totalmente al margen, no intervino, lo cual significa que estaba por debajo del carácter del perro. Si ella hubiera sido de carácter alfa, habría intentado salvar al dueño y separarlo, pero no lo hizo”, manifestó.

 

Además, expresó que no se debería haber sacrificado al animal, porque siempre que hay un perro mordedor se lo debe llevar a un control de observación antirrábica durante diez días. “Si el rottweiler hubiera tenido rabia, que no lo sabemos, el contagio al humano hubiera sido mortal, por lo cual la persona habría debido empezar inmediatamente un tratamiento. Generalmente, luego del lapso de observación se puede decidir si se practica la eutanasia del animal o no, ya sea porque el propietario lo solicite o porque hay más de tres denuncias sucesivas, en cuyo caso lo puede ordenar un juez”, informó.

 

Qué hacer

 

Pepino apuntó que en caso de haber una agresión se debe acudir a un especialista para que controle la situación. “La interacción será inevitable, porque el animal está en el domicilio, pero hay que buscar asesoramiento rápidamente. Lo primero que hace el animal es gruñir, una actitud que usa para advertirnos. Si lo hace cuando lo queremos acariciar, tocar su comida o sacarle un juguete, debemos darnos cuenta de que es la primera advertencia de que el perro comienza a ser dominante sobre nosotros. Es en esa situación donde debemos consultar si es que no nos sentimos capacitados para revertirla. Hay que imponerse sobre el perro para que entienda que jugaremos o le sacaremos la comida cuando queramos”.

 

“Hay que tener cuidado, sobre todo en las casas donde hay niños, porque al ser éstos de tallas más pequeñas, los perros los ven como una competencia. Es por eso que hay tantas agresiones a menores de edad. Son otros seres que compiten por el juego, por la comida y por el agua”, anotó.

 

Por último, Pepino dijo que los perros agresivos se pueden recuperar realizando una nueva educación con una persona especialista en etología, en comportamiento, aunque  no es fácil revertir el cuadro. “A las mascotas se les puede dar mucho amor y calidad de vida, pero siempre en su lugar”, finalizó.

 

Fuente: Prensa UNL