“El grupo de investigación del comportamiento en cánidos (ICOC) en el que trabajo pertenece a un rama de la psicología que tiene sus bases en la biología evolutiva y la psicología experimental”, explica la Dra. Gabriela Barrera, investigadora del Conicet que desarrolla sus actividades en el Instituto de Ciencias Veterinarias del Litoral (ICiVET-Litoral), el cual es de doble dependencia UNL-CONICET.

 

“Específicamente, nuestras investigaciones se centran en conocer las capacidades comunicativas que los perros domésticos despliegan en su relación con las personas, y además estudiar cómo el aprendizaje asociativo interviene en los mecanismos de la comunicación”, agrega esta investigadora que junto a la Dra. Mariana Bentosela, es una de las pioneras en este campo nuevo en la Argentina.

 

Comunicación canina

 

Los cánidos son un grupo de mamíferos que se caracterizan por ser digitígrados, es decir, que caminan apoyando solamente los dedos de sus patas. A esta familia pertenecen los perros, zorros, coyotes y chacales entre otros. La Dra. Barrera y su grupo trabajan con perros y usan a los zorros pampa o de monte, como grupo de control ya que son animales no socializados ni domesticados.

 

Como el resto de los animales, los cánidos tienen varias formas de comunicarse. “En las últimas décadas se descubrió que los perros poseen notables capacidades cognitivas que les permiten utilizar claves comunicacionales con las personas. Una de las señales más relevantes es la dirección de la mirada a la cara del humano en una situación de conflicto”. Barrera contó que uno de los contextos que estudiaron fue poner la comida a la vista del animal pero fuera de su alcance. Frente a esa situación los perros dirigían la mirada hacia los humanos para darles a entender su necesidad.

 

La psicóloga contó que los perros no sólo se comunican sino que también son capaces de detectar y utilizar claves sociales comunicativas humanas, como el señalamiento o la posición del cuerpo para tener éxito en una tarea, por ejemplo para encontrar comida oculta. “Es decir, que emiten y a la vez se valen de nuestras claves comunicativas”, destacó la investigadora.

 

 Perros de refugio y domesticados

 

Como buena psicóloga, un dato clave que Barrera tuvo en cuenta en estas investigaciones fue la situación en la que creció el perro. En un trabajo sobre las miradas publicado en 2011, analizaron perros de refugio y los contrastaron con perros que viven en familias. “En una fase que se denomina extinción, que es cuando dejamos de reforzar una conducta, en este caso, cuando dejábamos de darle comida ante la mirada del perro, encontramos que los perros de refugio tenían menor mirada comparada con los perros de familia. Esto se debe a que la historia previa de aprendizajes en las interacciones con las personas durante la ontogenia modularía esta respuesta comunicativa”.

 

Los perros de refugio también mostraban una respuesta ambivalente ante la presencia de extraños, y aún cuando demostraban miedo, predominaba el acercamiento al humano, porque eran perros que estaban en una situación de privación social.

 

Estos y otros estudios demuestran que el vínculo de los cánidos con las personas es muy importante y su carencia puede generar estrés o problemas de conducta. “El vínculo con las personas es fundamental. Incluso se encontró que ante la separación del dueño se generan ciertos comportamiento de ansiedad y búsqueda de contacto como puede generar un bebé humano o de chimpancé ante la separación de su figura de apego”.

 

El grupo ICOC todavía no trabaja en cómo afectan los perros al comportamiento humano pero sí tienen una línea abierta que analiza la interacción de las personas con el perro doméstico y tienen pensado  crear una línea para analizar el beneficio mutuo de la relación humanos-perros.

 

Al ser un área de vacancia, hay todavía mucho camino por recorrer y es necesario sumar a más personas de otras disciplinas para que se extiendan las líneas de trabajo. En la actualidad, en el ICiVET-Litoral  trabajan dos investigadores y alumnos que realizan sus prácticas profesionales. En Buenos Aires hay otros dos  investigadores más (lugar donde trabaja la directora del grupo), y en Bahía Blanca otro investigador becario. “Es una línea nueva del CONICET que se abrió hace siete años. El área no es muy conocida en la Argentina y trabajamos a nivel interdisciplinario, integrando la Psicología comparada con la ecología del comportamiento y la etología, abordando el tema en conjunto”.

 

La condición básica para ser parte del grupo es el gusto por la investigación y por los animales. Barrera tiene cinco perros y aunque hizo un poco de experiencia clínica en psicología lo suyo es la investigación con perros. “Cuando me recibí en Buenos Aires la Dra. Mariana Bentosela y Alba Mustaca crearon la línea de cognición social en cánidos. Yo había hecho algo de eso en mi carrera de grado y me fueron invitando para hace registros de perros. Después comencé mi doctorado en la Universidad Nacional de Córdoba y entré a trabajar con ellos. Hice un poco de clínica pero lo mío está más en la investigación y si es con animales mejor porque me encantan”.

 

Fuente: Prensa UNL