Las indicaciones de uso de un medicamento antibiótico son el resultado de un largo proceso en su desarrollo, que combina el estudio tanto del proceso de absorción, distribución y eliminación del medicamento en el organismo como la acción antimicrobiana de las distintas concentraciones. El resultado de ese trabajo es una tabla de referencia que indica al médico veterinario qué dosis debe administrar y cada cuánto tiempo. Pero esa indicación depende de qué especie se trate: si es una vaca no hay inconvenientes porque el mercado está colmado de opciones terapéuticas con indicaciones precisas para esta especie, pero si es una cabra u otras especies el escenario es otro: “empleo fuera de rótulo”.

Un equipo de investigación de la Facultad de Ciencias Veterinarias (FCV) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) propuso una dosis de marbofloxacina para el tratamiento de infecciones asociadas a Escherichia coli en cabritos. Para llegar a esa propuesta fue necesario recorrer dos caminos en paralelo. Por un lado se estudió la farmacodinamia in vitro del antibiótico, es decir, qué acción tienen las diferentes concentraciones en un cultivo de bacterias. “Esto nos permite definir los parámetros de referencia: concentración inhibitoria mínima (CIM) y concentración preventiva de mutantes (CPM)”, detalló Enrique Formentini, docente-investigador de la FCV y director del proyecto en el Laboratorio de Farmacología y Toxicología de la Facultad.

La otra parte de la investigación comienza por las cabras, y para ello se trabajó con un grupo de cabritos de la unidad académico-productiva del campus FAVE. Con el menor número posible de animales, se ensayó la administración del antibiótico. Como se trataba de animales sanos, lo que buscaron los investigadores no fue observar la actividad terapéutica sino poder cuantificar cómo se absorbe, distribuye y se elimina ese medicamente en esos organismos. “Extraemos las muestras de sangre a intervalos regulares para luego poder modelar una curva de concentración-tiempo”, detalló.

Del cruce de los resultados de ambos procesos es que los investigadores obtienen la información necesaria para calcular las dosis, ya que se debe considerar qué concentración del fármaco debe mantenerse en sangre por un determinado tiempo para lograr el efecto terapéutico observado in vitro.

Cabras

Trabajar con ganado caprino implica para los investigadores atender una especie que forma parte de sistemas productivos que se llevan adelante en regiones agroecológicas áridas, poco adecuadas para otras actividades agropecuarias. Quienes crían cabras son principalmente pequeños productores en contextos de vulnerabilidad que dependen de esa producción para el sustento familiar. Sin instalaciones adecuadas ni asesoramiento profesional, los cabritos durante el período neonatal se exponen a infecciones gastrointestinales causadas por Escherichia coli y si no son tratados adecuadamente pueden morir y afectar negativamente el sustento familiar.

“La mayoría de los antibióticos y antiparasitarios no tienen dosificación para la especie caprina por lo que se emplean dosis extrapoladas de la especie bovina, por eso se dice que es una especie ‘huérfana de terapéutica’. Esto no solo se hace en Argentina, sino en el, resto del mundo; la cabra se trata como si fuese una vaca chica”, explicó.

“Se asume que como es un rumiante más chico, un medicamento presentará la misma absorción, la misma distribución, el mismo perfil metabólico y la misma velocidad de eliminación que en un bovino. Esto no es así y no podemos saberlo a priori”, agregó Formentini.

La complejidad de la dosis

A partir de la revolución iniciada con la penicilina un siglo atrás, se creyó que los antibióticos iban a erradicar definitivamente las infecciones bacterianas. “Sin embargo, Alexander Fleming, el padre de la era antibiótica, había advertido que las bacterias podían hacerse resistentes a la acción de la penicilina”, contó Formentini.

En efecto, los antibióticos han ido perdiendo eficacia y esto se debe en parte al mal uso pero, por otro lado, al mismo proceso que propicia que la vida se abra paso: a los errores de transcripción genética.

“Algunos de esos errores producen en las bacterias alteraciones estructurales y funcionales que hacen que no puedan sobrevivir, pero otros errores de transcripción son favorables para su supervivencia. Ese es el caso cuando hay modificaciones en la estructura celular de los sitios donde el antibiótico actúa y por eso este pierde eficacia y la bacteria se torna resistente y sobrevive”, explicó Formentini.

Según detalló el especialista, cuando la cantidad de bacterias que están infectando es muy grande es posible que en esa población haya alguna bacteria espontáneamente resistente. Al aplicar un antibiótico mueren todas las bacterias sensibles menos esa y es allí cuando un tratamiento antibiótico selecciona esa bacteria.

“El problema de la emergencia de la resistencia bacteriana es causada por la ‘subdosificación’ del antibiótico, lo que selecciona bacterias resistentes”, subrayó Formentini y agregó que “para minimizar ese riesgo, necesitamos dentro de lo posible que las concentraciones del antibiótico en sangre lleguen a ser superiores por un tiempo a la concentración preventiva de mutantes”.

Los resultados obtenidos han permitido estimar una dosis de marbofloxacina capaz de garantizar en cabritos la cura clínica y minimizar el riesgo de seleccionar cepas resistentes de Escherichia coli.