INTRODUCCIÓN

Desde que apareció el libro “Andanzas de un naturalista” transcurrieron varios años, lapso suficiente para meditar sobre la necesidad de un nuevo libro sobre nuestra naturaleza, tan vapuleada y tan maltratada, precisamente por nosotros, los hombres, que somos quienes tendríamos que cuidarla y robustecerla, hoy más que nunca, porque de ella depende nuestra subsistencia.

Para quien no se considera escritor resulta difícil relatar en forma amena y llevadera pensamientos o vivencias con la real intensidad. Pero todo lo que hagamos para defender las plantas, los animales, el medio ambiente y el hacer conocer lugares de nuestro país, vale la pena intentarlo. Es un esfuerzo que se impone gustoso quien estima valedera, tal defensa.

“Andanzas…” llegó a donde queríamos: que lo lean los niños y los jóvenes para que sepan ellos que es lo que tenemos, para qué sirve y por qué tenemos que cuidar todo este mundo natural que nos rodea. Y también a los grandes —guías y maestros de aquellos—- para que continúen en la prédica, algunos o para remordimientos, en otros.

A través de las páginas venideras citaré a muchas personas que han dedicado parte de sus obras a cantarle a los pájaros o a las flores. Pensando en que estos elementos están siempre presentes en los labios de los poetas, tal vez porque ambos son símbolos de amor y de paz, descontando la sugestiva belleza que poseen.

Es una manera de expresar mi reconocimiento y mi modesto homenaje a aquellos que con su granito van contribuyendo, desde hace años, a difundir, a hacer conocer, no solo las maravillas aladas o las hermosas flores, sino también contribuyen a rescatar parte de nuestro folklore…

Relatos de un viajero